domingo, 18 de enero de 2009

sábado, 17 de enero de 2009

Todo sobre Dinamarca

Sobre Dinamarca

En respuesta a la carta de un supuesto conocedor de Dinamarca, que más bien muestra lo profundamente que desconoce la realidad de este país, debo decir que, tras vivir en este país desde el año 2000, he asistido a una radicalización de la xenofobia entre la población más que preocupante, la cual existía aquí cuando llegué, xenofobia que no se reduce en absoluto a los musulmanes; el pasado de este país puede ser loado, si se quiere, patriotas no faltarán que lo hagan. Respecto al presente, los dos hechos básicos son los siguientes:

1. La prensa criminaliza las minorías desde periodicos como Jyllands-Posten, o gacetas populistas como Extra Bladet o BT desde que yo tengo memoria. Lo que ha ocurrido ahora no es ninguna causalidad, los daneses conocen la sensibilidad del islam, si bien no la pueden digerir; se ha dicho que en virtud de su prejuicio miope sobre el valor de la libertad, pero más bien la dificultad es una cuestion de sensibilidades y en verdad realmente visceral.

Este monopolio danés de la libertad se ha utilizado en la depreciación constante de lo otro, lo que no es danés; la radio lleva años hablando de integración social donde en realidad sería más apropiado utilizar el término asimilación, es decir, todo esfuerzo de acercamiento es tácitamente considerado un problema exclusivo de los demás, y el danés de la calle rechaza todo aquello que no identifica como perteneciente a su idiosincrasia, desoladoramente limitada, por cierto, y es más que cualquier otro escandinavo reticente a todo acercamiento intercultural.

2. No todo el mundo conoce que Dinamarca mantiene cuatro reservas a su integración en la Unión, que el partido que dirige el debate político, Danske Folkeparti, es un partido ultranacionalista, con el mismo carácter antieuropeo y antiextranjero que el FN de Le Pen, pero con mayor poder y apoyo social entre los daneses; sus declaraciones sobre el mundo musulman no invitan a ningún diálogo, sino a la vergüenza. Pues si el danés no es racista, su xenofobia y arrogancia cultural sin fundamento no se reduce ni mucho menos al islam; así, el Gobierno trata de facto a los ciudadanos miembros de la UE bajo el escaparate de una oficina diferente, pero en realidad como es tratado cualquier inmigrante; sin una justificación sólida de la estancia no existe el derecho a vivir en este país, ya sea uno europeo o no.

Dinamarca no es ningún modelo de libertad de expresión ni de libertad en cualquier otro sentido, sino más bien de control permanente de esa libertad, de falta de refinamiento en el comportamiento y en la educación.


(Carta publicada por el periodico EL PAIS el 21-02-2006 y firmada por César S. Morión)


La Libertad en Dinamarca

EL PAÍS publicó el pasado 21 de febrero una carta al director bajo el título "Sobre Dinamarca" de don César S. Morión, que según informa, ha residido en Dinamarca desde el año 2000. El señor Morión describe en su carta una imagen muy negativa de Dinamarca y del trato y actitud de los daneses hacia los extranjeros. A mi juicio, se esta dando una descripción de la situación altamente distorsionada, la cual me veo obligado a comentar respetando, naturalmente el derecho del señor Morión de tener y expresar una opinión diferente a la mía.

Necesito corregir contundentemente al firmante de la carta al afirmar que no hay plena libertad de expresión en Dinamarca ni tampoco libertad en otros ámbitos, ya que estos derechos se hallan permanentemente bajo control. Ami entender, precisamente el gran volumen de artículos publicados en y sobre Dinamarca a lo largo de estos últimos meses demuestran que gozamos del más alto grado de democracia, en la que se respeta, y aplica, plenamente la libertad de expresión, la libertad de prensa y los derechos de las minorías. Se trata de libertades que tenemos en gran estima. Celebro muy de veras que tanto en Dinamarca como en España y en muchos otros países exista la libertad de expresión como un derecho constitucional, de la que nos podemos valer todos y también el señor Morión.

Como declaró nuestro primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, "los daneses llevan generaciones luchando a favor de la libertad política, los derechos humanos, la democracia, la libertad económica y el libre comercio, así como por un mundo libre y civilizado. Continuaremos haciéndolo. Forma parte de nuestra historia y es parte esencial de nuestra sociedad hoy en día."


(Réplica del Embajador de Dinamarca en España, Niels Pultz, a la carta anterior que fue publicada por el periodico EL PAIS el 23-02-2006 )


Carta Abierta al Gobierno de Dinamarca de un Ciudadano Europeo.
Respuesta a la alusión del Sr. embjador Niels Pultz "La Libertad en Dinamarca" del día 23 de Febrero.

Estimado Embajador, nuestra libertad de expresión no reside únicamente en la posibilidad de decir y respetar lo que se dice como Vd sostiene, ni mucho menos se mide en el enorme número de artículos publicados de tedioso carácter y escaso sentido crítico que se publican en Dinamarca machaconamente, en un país donde ya nadie, siquiera la oposición, plantea la idea obvia de asumir errores y responsabilidades políticas.

Fundamental al mantenimiento de la libertad es no fomentar ni acentuar formas de intolerancia respecto a las minorías entre los ciudadanos apoyándose en esa misma libertad. Estas formas de intolerancia existían de un modo latente en la sociedad danesa, y de ella han sacado sus músculos los sectores políticos y sociales más nacionalistas del país que han contemplado el problema del “indvandrer”, (inmigrante) con un extenuante alarmismo y han hecho posible que lo latente se haga bien manifiesto con la legislación mas dura y restrictiva de toda Europa, la cual ha llegado a alturas grotescas afectando de lleno a sus propios ciudadanos cuya posibilidad de regresar a su propio país con su pareja extranjera es sometida a un examen de la oficina de inmigración que sopesa los vínculos que los unen al país. Aún después de la acción legislativa más radicalmente restrictiva contra la inmigración, continua sin tregua tras años sin prácticamente un día de pausa un debate tan mezquino e hipócrita como interminable en torno a la palabra icono de ‘integración’. Debate que solo se mantiene en virtud de que se contempla al extranjero como el problema social número uno y merced a una política tristemente populista que mientras satisface dentro el nacionalismo ignorante de un buen número, en el extranjero se disfraza con palabras y sonrisas a la galería.

Dado que es usted el representante legítimo del gobierno danés en España debo hacerle saber Sr. Embajador que un gobierno que se precie de saber gobernar, debe mostrar alguna capacidad también de hacerlo notar, y en ello se incluye prevenir acontecimientos y saber atajarlos. En fin, toda sana política se ha hecho siempre con sentido pragmático y toda mala se escuda para sus desafueros en valores inquebrantables.

Mencionar que tengo el derecho a expresar una opinión contraria a la suya en mi propio país va más allá de lo meramente redundante, su irrelevancia viniendo de un embajador resulta notable. En su respuesta a mi carta del día 21 usted se limita a negar sin más mis afirmaciones, pero los hechos señalados en mis dos cartas pueden ser contrastados por cualquiera que tenga el interés de hacerlo.

El Sr. Primer Ministro Anders Fogh Rasmussen puede si lo desea halagar el pasado de su propio país con las bellísimas palabras que usted cita; pero en nuestro difícil presente más fruto político le hubiese dado conceder una sencilla excusa pedida a gritos por todo el mundo islámico, una buena parte del resto del mundo, y una minoría danesa que se moviliza.

Los errores políticos de bulto de este gobierno danés que mira al resto del mundo por encima del hombro encerrado en sus bagatelas domésticas, sus valores únicos y sus temores a ser absorbidos en un más allá que a buen seguro será poco danés, ponen en una aprieto no solo a muchos de sus ciudadanos con intereses económicos en el extranjero. Más importante aún, nos afectan a todos los europeos, pues a todos se nos ha solicitado desde Dinamarca cerrar filas por los sacrosantos valores de esa particular democracia radical, una democracia que en Dinamarca se reserva por otro lado con obstinación para los daneses. La fortaleza tiene poco que ver con la testarudez de la que se hace bandera en Dinamarca, mas bien es un rasgo propio de la flaqueza y la insensatez de un pueblo.

¿Debemos ser solidarios con tantos errores? O ¿Deben estos cobrar la factura a aquellos quienes los cometieron? Lo segundo nos sirve la base de una sana democracia flexible y consciente de sus flaquezas, lo primero es la pura cínica demagogia. Saber donde se encuentra el límite de lo decible, donde termina la pura razón y comienza su critica, es decir nuestra sensibilidad como indivíduos responsables, es una tarea que no ha acabado con Kant, que esta sensibilidad es diferente según los individuos, y las diferentes culturas es obvio y debemos sobretodo pensar en salvaguardarla enriqueciéndonos todos pues es una parte de nuestra riqueza común como seres humanos.

(Pese al legítimo derecho de réplica de quien es aludido directamente en un medio de comunicación, EL PAÍS se negó a publicar esta carta de respuesta al Embajador ya fuese en su versión integra, o en una versión substancialmente abreviada, por ello la público aquí el dia 16 del Enero del 2008, y añado que pese al tiempo pasado la situación descrita tanto en el artículo Sobre Dinamarca como en esta Carta Abierta no se han modificado, y por lo tanto desgraciadamente mantienen en su fondo toda su actualidad)